Durante un operativo, la policía encontró 1001 monedas iguales en apariencia, junto con una nota que decía que 501 monedas eran auténticas y las demás falsas, y que cada moneda auténtica era un gramo más pesada que cada moneda falsa. Para clasificar las monedas, llamaron al gran Sherlock Holmes, que vino con una balanza de dos platillos que no sólo indica en qué platillo se encuentra el (o los) objeto más pesado, sino que además indica la diferencia entre los pesos de lo que hay encima de cada platillo.
Holmes asegura que cualquiera sea la moneda que elija la policía, él siempre podrá asegurar si es auténtica o falsa utilizando una sola vez la balanza.
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